
Por: Delfin Quezada Domínguez

La captura de la especie símbolo de nuestras costas dio inicio el día de hoy.
Nos referimos al Mero, una especie marina noble por su resistencia a desaparecer de nuestras cristalinas aguas del Golfo de México y del Mar Caribe, donde ha sido depredada por tantas embarcaciones de un sinnúmero dé países incluyendo el
nuestro.
En Yucatan, la prohibición o veda de esta singular especie comenzó hace
21 años, tratando de mitigar el impacto negativo que ya se observaba en los bajos niveles de captura, pues cuando comienza el programa para protección se
capturaban de 10 a 11 mil toneladas al año.
21 años después se captura el 50 por
ciento, es decir, menos 5,000 toneladas cada 10 meses, lo que indica que algo no estamos haciendo bien. Malas medidas administrativas (otorgar permisos de
salidas de embarcaciones en periodos de veda), la pesca ilegal, la compraventa de esa pesca ilegal en los restaurantes locales, la complicidad de algunas, etc.
Pero algo inmediato debemos ya de implementar antes que sea demasiado tarde para la industria pesquera de la península yucateca o lo vamos a lamentar muy pronto.
El Instituto Nacional de Pesca tiene los recursos humanos y materiales para implantar e imponer medidas drásticas para frenar esta eminente escasez o desaparición de la especie Mero, además convencer al gremio de la industria pesquera se comprometa a respetar las medidas pertinentes que se establezcan además de las existentes.
Esperemos que las autoridades que ejercen la ley también cumplan con su papel asignado por la Constitución imponiendo los castigos correspondientes cuando se
incurra a las malas prácticas de captura. En días pasados, en nuestras costas se detuvieron a depredadores de especies marinas sin que la sociedad sepa que procedió con el producto y con los implicados, haciendo que eso parezca desde la percepción de la gente más un acto de complicidad y corrección que de justicia.
Tenemos mucho que hacer y aprender para que nuestras especies marinas perduren y sean fuente de ingresos para miles de familias que viven de ello y de un lugar en el futuro para nuestros hijos. Gracias
Columna del Dr. Delfín Quezada Domínguez.
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